Educar a los padres, primero. Educar a los hijos después.
La mayoría de artículos se centran en cómo debemos educar a los niños, de lo que no se habla es que a veces también es necesario educar a los padres. Veamos por qué:
Una de las imágenes que más ternura me produce es la de la mamá pato con sus patitos.
Esa masa compuesta por los patitos que se mueve alegremente al son de la madre, siguiendo sus pasos, vaya donde vaya.
Pero esa escena tan entrañable se convierte en otra más dura cuando los patitos crecen un poco. La mamá pato, un día, comienza a picotear sus cabecitas para que se alejen de ella.
¿Por qué hace esto? Lejos de ser un acto de crueldad, es un acto de bondad hacía sus hijos. Ella sabe que tienen que aprender a vivir con sus recursos, de ello dependerá su supervivencia. Y para que esto suceda, tienen que comenzar a hacer frente, solos, a la vida y así poder desarrollar todo su potencial.
Este comportamiento de los patos no sé cuánto de instinto o de decisión consciente tiene. Sin ser especialista en ellos, creo que está basado más en el instinto. Pero no resta importancia a la lección vital que lleva dentro y a la pregunta que se nos puede plantear. ¿Podríamos nosotros, seres humanos y pensantes, tomar ese tipo de decisiones?
¿Podríamos enseñar a nuestros hijos a desarrollar todo su potencial, a pesar de nosotros mismos?
Estoy segura de que la mayoría habrá contestado con un sí. Pero también estoy segura de que lo habremos hecho sin sopesar profundamente qué implica esto. Pregúntate esto:
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Si nos dice que se aburre ¿jugamos con él o le proponemos distintas actividades sin intervenir nosotros?
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En la hora de los deberes ¿nos sentamos con ellos para hacerlos o les dejamos que estén solos mientras lo hacen?
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Si tiene alguna duda mientras los hace ¿corremos a explicárselo o le indicamos dónde puede encontrar información, antes de intervenir?
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Cuando saca buenas notas ¿les premiamos y agasajamos con regalos o les damos una palmadita en la espalda y una sonrisa?
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Cuando saca malas notas ¿nos enfadamos y les castigamos, o les explicamos qué tienen que hacer a partir de ahora, razonando sus puntos fuertes y los que tiene que mejorar?
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Cuando juega con otros niños y hay un conflicto ¿les damos la razón y apoyamos sus comentarios negativos sobre los otros o les indicamos que resuelvan el conflicto, tomando nosotros una posición neutra?
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A la hora de ayudar en casa ¿ni se lo decimos porque tardamos menos nosotros y lo hacemos mejor o repartimos con ellos las tareas y vamos trabajando para que cada vez lo hagan mejor?
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Si estamos en un restaurante y están dando guerra ¿les damos una Tablet, vídeo consola o cualquier otro media de atontamiento, o intentamos que se comporten bien a pesar de que nos fastidiaran la comida?
Podríamos hacer una lista más larga, pero también podríamos resumir todas en una:
¿Qué objetivo persigues con tu educación? ¿Desarrollar autonomía, responsabilidad, alta percepción de auto-eficacia, maduración emocional y social, valoración del esfuerzo, satisfacción, paciencia, tolerancia a la frustración o por el contrario, un resultado rápido y sin fricciones?
El instinto de la mamá pato lo tiene claro… prefiere hacer lo mejor para la supervivencia de sus patitos aunque sea a costa de sentimientos como dolor, incomodidad o culpa.
Por todo ello, es necesario educar a los padres
Nosotros muchas veces no somos capaces, por lo que educar a los padres en el objetivo correcto es primordial para poder transmitirlo a los hijos.