El masaje Shantala es el nombre que el ginecólogo francés Frédérick Leboyer dio a una práctica milenaria de la India que consiste en una serie de masajes suaves y rítmicos que la madre hace a su bebe. Normalmente se hace con aceites esenciales y finaliza con el baño del bebé.
Un día Leboyer, paseando por las calles de Calcuta, quedó prendado observando como una madre masajeaba a su bebé mientras le sostenía en sus piernas. Leboyer pidió permiso a la madre para poder fotografiar cada uno de los movimientos, a lo que aquella mujer accedió.
Shantala era el nombre de la madre y sería el nombre con el que el médico francés bautizaría esta técnica cuando la introdujo en occidente en los años cincuenta del siglo pasado.
Leboyer veía en esta práctica un acto de amor y cariño. Una manera de fortalecer el vínculo madre-hijo o padre-hijo. Se enseña al bebé a relajarse y a conciliar un sueño más profundo.
Pero lo cierto es que los beneficios de estos masajes van más allá de lo que en un principio Leboyer suponía.
El cerebro del bebé comienza su maduración desde las zonas más profundas hacia fuera y desde la parte de atrás (lóbulo occipital) hacia delante (lóbulo frontal). Cuando hablamos de maduración nos referimos a maduración funcional, porque el cerebro de un bebé está completamente formado en el momento del nacimiento.
Gran parte de esta maduración funcional depende de los estímulos que el bebé recibe del exterior. Como el lenguaje del cerebro es eléctrico y bioquímico, cada uno de los sentidos tiene que traducir a ese lenguaje los estímulos que recibe a través de la visión, audición, olfato, gusto y el tacto. Cuando el niño abre los ojos y la luz impacta en su retina, ésta envía una señal electroquímica por el nervio óptico hasta llegar a la zona del cerebro que procesa la información visual, estimulando con ello las áreas de la corteza visual.
Podemos ver como los bebés en los primeros meses realizan movimientos desincronizados, aleatorios, sin un fin. Estos movimientos están enviando señales a las zonas motoras del cerebro y son imprescindibles para su funcionalidad. Son la base de los movimientos coordinados, como agarrar un juguete, que posteriormente realizará el bebé. De esta manera la destreza del bebé mejora de día en día.
Una pobre estimulación en esta edad tendrá como consecuencia que aquellas áreas más subcorticales o profundas del cerebro no lleguen a desarrollar su funcionalidad completamente y, como en un efecto cascada, todas las que se sustentan en ellas queden afectadas.
Con el masaje Shantala en los primeros meses de vida lo que estamos haciendo es que el bebé reciba estímulos desde todas las partes del cuerpo. Estímulos de prensión y de temperatura, de posición en el espacio y de conciencia corporal. Esto hará que zonas del cerebro que maduran en los primeros momentos lleguen a una funcionalidad óptima.
En los niños con trastornos de aprendizaje por ejemplo, podemos ver en muchos casos que la causa subyacente a dicho trastorno se encuentra en una falta de maduración que se sitúa en esos primeros momentos. Aunque hay técnicas para “forzar” dicha maduración, hay que decir que lo ideal es hacerlo en su momento. Siempre cuesta más tiempo y esfuerzo reorganizar algo fuera de plazo que hacerlo en su momento natural y los resultados que se obtengan no llegarán a ser iguales.
En conclusión, el masaje Shantala va a proporcionar al bebé aquellos estímulos necesarios para que su cerebro se organice correctamente. Pero el efecto de dicho masaje también se puede utilizar, como parte de una intervención más global, en aquellos casos en los que el niño, ya más mayor, no consiguió en su momento el hito de maduración y presenta problemas relacionados con aprendizaje o control emocional.
