¿Hasta cuándo vamos a seguir dopando cerebros sin preguntarnos por qué no funciona bien?
Millones de personas en todo el mundo toman psicofármacos, y España va en la delantera de este ranking mundial. Algunas mejoran, otras aguantan pero muchas simplemente se apagan.
La pregunta es brutal, pero necesaria: ¿Qué estamos tratando en realidad? ¿Cuál es el objetivo que busca el médico cuando receta un fármaco? Que el síntoma desaparezca o que la persona empiece a sentirse bien. Porque no es lo mismo.
A mi consulta llegan muchas personas que no sienten nada, ni siquiera a ellas mismas. ¿De verdad que solo existe esa forma de tratar con el problema?
La respuesta es un rotundo no. Y aquí es donde entra la neuromodulación, no como una alternativa «natural», ni como un suplemento alternativo, sino como lo que debería haber estado en el centro de cualquier terapia seria desde el principio.
Porque no se trata de añadir o quitar síntomas, se trata de devolverle al cerebro su capacidad de autorregularse.
¿Qué es la neuromodulación y qué hace?
La neuromodulación son una serie de técnicas que actúan directamente sobre el funcionamiento eléctrico del sistema nervioso, ayudándolo a recuperar sus patrones naturales de autorregulación. No introduce nada externo: activa, reorganiza, entrena.
Hay diversas técnicas. En Sábilis usamos distintos tipos de neurofeedback y la tDCS como técnica de estimulación eléctrica. Todo ello ayudado con una serie de hábitos saludables y una psicoterapia específica para conseguir un abordaje 360º.
Todo está basado en un principio simple: el cerebro puede aprender a funcionar mejor si se la da la información correcta por el canal correcto.
¿Qué hacen los psicofármacos?
Mejor dicho que NO hacen:
- NO reeducan el cerebro
- NO reparan circuitos
- NO enseñan al sistema a funcionar
Los psicofármacos suprimen síntomas o sobreactivan ciertas rutas. Son una señal química artificial que fuerza al sistema a responder como si estuviera regulado… pero no lo está.
Efectos secundarios: el precio invisible.
Esto es lo que no se dice en consulta sobre:
Los antidepresivos
Varían según el tipo de antidepresivo (ISRS, IRSN, tricíclicos, IMAOs, etc.), pero te resumo los más frecuentes de forma clara:
Efectos secundarios comunes de los ISRS (ej. fluoxetina, sertralina, escitalopram, paroxetina, citalopram):
- Náuseas, vómitos o malestar digestivo.
- Diarrea o estreñimiento.
- Dolor de cabeza.
- Insomnio o, al contrario, somnolencia.
- Disminución de la libido y disfunción sexual (dificultad para alcanzar el orgasmo, retraso eyaculatorio).
- Nerviosismo o agitación al inicio.
- Aumento de peso en algunos casos.
Efectos secundarios comunes de los IRSN (ej. venlafaxina, duloxetina):
- Todo lo anterior, más:
- Sudoración excesiva.
- Elevación de la tensión arterial (sobre todo con venlafaxina a dosis altas).
- Mareos.
Efectos secundarios de los tricíclicos (ej. amitriptilina, nortriptilina):
- Sequedad de boca.
- Visión borrosa.
- Estreñimiento.
- Retención urinaria.
- Somnolencia marcada.
- Riesgo de arritmias y toxicidad cardíaca en sobredosis.
Efectos secundarios de los IMAOs (ej. tranilcipromina, fenelzina):
- Interacciones peligrosas con alimentos ricos en tiramina (quesos curados, embutidos, vino, etc.) que pueden provocar crisis hipertensivas.
- Mareos.
- Somnolencia o insomnio.
Los ansiolíticos
Los ansiolíticos más utilizados son las benzodiacepinas (ej. diazepam, lorazepam, alprazolam, clonazepam, etc.), aunque también existen otros fármacos con acción ansiolítica (pregabalina, buspirona, antihistamínicos).
Efectos secundarios frecuentes de las benzodiacepinas
- Somnolencia y cansancio.
- Mareos y problemas de coordinación (aumenta el riesgo de caídas en personas mayores).
- Dificultad de concentración y problemas de memoria (lagunas, amnesia anterógrada).
- Disminución del rendimiento cognitivo (ralentización mental).
- Confusión o desorientación en dosis altas o en mayores.
- Ataxia (sensación de torpeza motora).
- Habla pastosa o arrastrada.
- Visión borrosa.
Efectos secundarios a medio y largo plazo
- Tolerancia: cada vez necesitas más dosis para obtener el mismo efecto.
- Dependencia física y psicológica.
- Síndrome de abstinencia si se interrumpen de golpe (ansiedad rebote, insomnio, irritabilidad, temblores, convulsiones en casos graves).
- Efecto paradojal (raro): en algunas personas provocan lo contrario → más irritabilidad, agitación o incluso agresividad.
- Riesgo de abuso y adicción.
Otros ansiolíticos (no benzodiacepinas)
- Buspirona: menos riesgo de dependencia, pero puede dar mareos, dolor de cabeza, nerviosismo, náuseas.
- Pregabalina: mareos, somnolencia, aumento de peso, edemas.
- Antihistamínicos (hidroxicina): somnolencia, sequedad de boca, aumento de apetito.
Puntos clave a tener en cuenta
- El uso continuado de benzodiacepinas no se recomienda más allá de 2-4 semanas (aunque en la práctica muchas personas las usan años).
- Son útiles como tratamiento de crisis o en periodos breves, pero a largo plazo tienden a agravar el problema de ansiedad al generar dependencia.
- Mezcladas con alcohol, opiáceos o ciertos antidepresivos aumentan el riesgo de depresión respiratoria y sobredosis.
Los antipsicóticos
Los antipsicóticos (o neurolépticos) son fármacos muy potentes usados en esquizofrenia, trastornos psicóticos, bipolaridad y, a veces, en depresión resistente o como estabilizadores de conducta.
Se dividen en antipsicóticos típicos (clásicos) y atípicos (de segunda generación), pero ambos pueden dar efectos secundarios importantes.
Efectos secundarios frecuentes de los antipsicóticos típicos (haloperidol, clorpromazina, etc.)
- Síntomas extrapiramidales (por bloqueo dopaminérgico en vías motoras):
- Rigidez muscular.
- Temblor tipo Parkinson.
- Acatisia (inquietud motora, necesidad de moverse).
- Distonías (espasmos musculares dolorosos).
- Discinesia tardía: movimientos involuntarios de boca, lengua, cara, que pueden ser irreversibles.
- Sedación intensa.
- Hipotensión ortostática (mareos al levantarse).
- Sequedad de boca, visión borrosa, estreñimiento (efectos anticolinérgicos).
- Disfunción sexual.
- Hiperprolactinemia: galactorrea, alteraciones menstruales, ginecomastia en hombres.
Efectos secundarios de los antipsicóticos atípicos (risperidona, olanzapina, quetiapina, clozapina, aripiprazol, etc.)
- Síntomas metabólicos:
- Aumento de peso.
- Elevación de glucosa (riesgo de diabetes).
- Aumento de colesterol y triglicéridos.
- Somnolencia o sedación.
- Hipotensión ortostática.
- Hiperprolactinemia (más frecuente con risperidona, menos con quetiapina/aripiprazol).
- Síntomas extrapiramidales (menos que los típicos, pero no desaparecen del todo).
- Clozapina (caso especial): riesgo de agranulocitosis (bajada grave de glóbulos blancos), convulsiones y miocarditis → requiere controles analíticos periódicos.
Efectos secundarios graves a vigilar
- Síndrome neuroléptico maligno (raro pero mortal): fiebre alta, rigidez extrema, alteración de conciencia, fallo autonómico.
- Discinesia tardía: movimientos involuntarios crónicos e irreversibles.
- Síndrome metabólico: aumento masivo de peso + diabetes + dislipemia = riesgo cardiovascular elevado.
En resumen
- Los típicos → más problemas motores.
- Los atípicos → más problemas metabólicos.
- Ambos → sedación, alteraciones hormonales y riesgo de efectos graves.
Y lo más importante: no solucionan el problema de fondo. Solo modifican el volumen del síntoma. Cuando el fármaco se retira, el sistema sigue igual o peor, porque nunca aprendió a autorregularse.
Comparativa: neuromodulación vs medicación
Criterio | Neuromodulación | Medicación |
Actúa sobre la causa | ✅ Sí (reeduca el funcionamiento) | ❌ No (actúa sobre el síntoma) |
Duración del efecto | ✅ Efectos estables a medio-largo plazo | ❌ Mientras dura la toma |
Efectos secundarios | ✅ Nulos o mínimos | ❌ Múltiples, frecuentes y duraderos |
Capacidad de adaptación | ✅ Personalizada por paciente | ❌ Protocolos generalistas |
Cambio funcional real | ✅ Sí (cambios de red y ritmo cerebral) | ❌ No (parches químicos) |
Si bien es cierto que algunos trastornos graves como la esquizofrenia debe hacerse una intervención necesariamente farmacológica, no es así en otro tipo de afecciones o trastornos que son más dependientes del contexto del paciente, de los recursos que dispone para afrontar, de su historia pasada, del apoyo social y de unos buenos hábitos vitales.
El callejón sin salida: cuando la farmacología se convierte en el problema
Lo más peligroso no es que el fármaco no funcione. Lo peor es que funcione lo justo para que el paciente ya no busque otra salida y se quede en un estado de anestesia pero sin llegar a recuperar su vida de verdad.
La dependencia no es solo física: es mental. El paciente deja de confiar en su sistema, en su capacidad de cambio. Se convierte en alguien que «toma algo para no sentirse mal» (que no para estar bien) y eso es lo contrario a un proceso de autonomía y recuperación.
¿Es la neuromodulación la solución mágica?
No. No hay soluciones mágicas.
Pero es la única vía que trabaja con la arquitectura del problema, no contra él.
Y cuando se combina con una terapia seria, no complaciente, orientada a la transformación vital, no a contención emocional, es la fórmula más eficaz que existe hoy para recuperar la experiencia de estar vivo.
En mi opinión, la química interna se regula cuando el sistema vuelva a funcionar como debe.
El problema no es que te falte algún tipo de «sustancia de la felicidad» como la serotonina. El problema es que tu sistema no puede autorregularse porque está desincronizado, agotado o desconectado.
La neuromodulación es la manera más orgánica de acceder al sistema nervioso a la par que se interviene en el resto de variables que afectan al paciente.
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En Sábilis no tratamos etiquetas. Trabajamos con datos reales de tu cerebro para que puedas dejar de sobrevivir y empezar a habitarte con claridad, energía y autonomía.
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