Una de las primeras cosas que los padres hacemos cuando nace nuestro hijo es chequear el cuerpo del pequeño. Contamos los dedos de los pies y de las manos, observamos sus ojos, sus orejas, la boca, etc. Queremos comprobar que todo está en su sitio, que todo marcha bien. Esta comprobación es relativamente sencilla ya que se trata del exterior, pero ¿Cómo podemos comprobar lo que no se ve? Para esto tenemos la neuropsicología infantil.
Cómo saber si mi hijo tiene problemas de aprendizaje.
En estos casos, solemos dejar que el tiempo pase y vamos realizando comparaciones con la información de otras madres, del pediatra, de libros de consulta. En algunos casos los padres comienzan a sospechar sobre algún aspecto en concreto, tarda en caminar o en hablar, parece ausente o no se relaciona con niños de su edad.
A partir de los 3 años, cuando el niño comienza el colegio, esas sospechas pueden verse aumentadas al estar diariamente con niños de su misma edad y aumentar las exigencias cognitivas.
Con esa edad, es cuando el niño puede comenzar una espiral de fracasos. Esta conducta, le llevará a establecer creencias sobre su valía, que permanecerán mucho tiempo o incluso toda la vida en el peor de los casos. Él ya puede darse cuenta de que sus compañeros hacen tal o cual cosa y él no puede.
En el colegio a esta condición se le llama diversidad. Pero ¿y si no fuese diversidad? ¿Y si realmente el niño tiene una disfunción? Lamentablemente esto suele esclarecerse en edades posteriores, normalmente a lo largo de primaria, cuando las tareas aumentan en complejidad y requieren que el niño tenga perfectamente establecidos los aprendizajes de base.
Los aprendizajes de base, en los que se basan los aprendizajes superiores como las matemáticas, la lengua, etc, dependen al 100% de que el sistema nervioso del niño sea capaz de percibir correctamente.
Fisicamente, el oído, el tacto, la visión, el gusto, el olfato y la propiocepción (la percepción de uno mismo) pueden estar en perfecto estado. Pero a nivel neurofuncional (el procesamiento del sistema nervioso central de dichas señales) puede estar inmaduro o desorganizado.
Cómo resolvemos ese problema de aprendizaje.
Todas las pruebas psicopedagógicas que realicemos en esa etapa de primaria; medir el CI, la competencia lectora, el razonamiento, etc, arrojarán unos resultados. Pero estos no reflejan una causa, sino un síntoma. En muchos casos, el niño lee mal no porque tiene una inteligencia baja. El resultado del test es bajo, porque no sabe leer bien. Y no sabe leer bien, porque la ordenación neurológica no se realizó correctamente.
Una mala ordenación neurológica puede observarse en los resultados académicos.
Sin embargo, los problemas de conducta o los problemas de regulación emocional también son indicadores.
El uso tan extendido de la medicación en estos casos, enmascara pero no resuelve el problema.
Los programas orientados a la práctica masiva de aquello en lo que falla el niño tampoco, es igual que acelerar más un coche para que corra, pero con las ruedas deshinchadas.
Si bien es cierto, que a hablar se aprende hablando y a escribir escribiendo, antes hay que poner a punto el sistema. De otro modo, puede acabar en frustración y ansiedad infantil que terminará en ira adolescente. Para esto existe el campo de la neuropsicología infantil.
Cómo trabaja la neuropsicología infantil.
La neuropsicología se centra en la búsqueda de las causas. Esta detecta el foco de la desorganización neural y trabaja en el aplicando el neurodesarrollo. Una vez que el sistema está organizado, ya podemos trabajar con programas de enfoque psicopedagógico. De este modo trabaja la neuropsicología infantil, resuelve el problema y permite un posterior aprendizaje de manera ordenada.
¿Has pasado como padre o madre por estas etapas? ¿Te hubiera gustado o te gustaría detectar a tiempo una mala ordenación neuronal de tu hijo? Cuéntanos si utilizarías el neurodesarrollo infantil para asegurar el correcto desarrollo de tus hijos, puedes dejar abajo tus comentarios.